Ordenación Episcopal de Mons. D. Cristóbal Déniz.

27.03.2022

La mañana de este sábado 26 de marzo, la S. I. Catedral Basílica de Canarias acogía el acontecimiento más importante de los últimos años, para esta nuestra Diócesis, la Ordenación Episcopal del Excmo. y Rvdmo. Mons. Cristóbal Déniz Hernández, Obispo Auxiliar de Canarias.

La celebración, en la que se congregaron más de un centenar de personar, fue presidida por el Sr. Obispo de la Diócesis, Mons. José Mazuelos, y concelebrada por el Nuncio Apostólico, Bernardito Auza; D. Francisco Cases, Obispo Emérito; el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de la Laguna y el Arzobispo de Sevilla, entre otros. Además de un numeroso grupo de Sacerdotes, entre los que se encontraba nuestro Cura Párroco.

LEMA EPISCOPAL.

"Gaudium domini Fortitudo nostra" - La Alegría del Señor es nuestra fortaleza.

El escudo episcopal de Mons. Cristóbal Déniz Hernández se unifica a partir del lema episcopal con resonancias bíblicas: «Gaudium Domini fortitudo nostra» [La alegría del Señor es nuestra fortaleza] (Ne 8, 10). Se trata de la alegría que Dios ha traído a su pueblo y que se ofrece, a quien la acepta y acoge, como un bien inigualable capaz de «llenar el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» (Evangelii Gaudium, 1). Se muestra con ello, el deseo de vivir el ministerio episcopal bajo el signo de esta alegría que se caracteriza porque capacita a quien la recibe para realizar la vida más fecunda y feliz, incluso en medio de la dificultad y porque será el mejor ofrecimiento de su ser como pastor, a la Iglesia y al mundo (Gaudium et Spes, 1). En este tiempo de la historia, con tantas adversidades y en la que es perceptible la vulnerabilidad de la vida humana y de la creación, la alegría que nos ofrece el Señor es una enorme fortaleza para mirar al futuro con esperanza. Por eso puede decir el salmista: «Cuando la angustia iba en aumento tu consuelo llenaba mi alma de alegría» (Sl 94, 19) y por eso, la alegría confiada en el Señor deviene en esperanza que nos hace fuertes ante las embestidas de la historia en las que la tristeza, el sufrimiento, el sinsentido y la desesperación hacen mella en el corazón del ser humano que es tentado a instalarse en el egoísmo, la insolidaridad, el descarte y el individualismo. El escudo episcopal refleja entonces, un deseo y un ofrecimiento: brindar a todos la fortaleza de Dios como un baluarte seguro en el que se asiente un progreso más humano y sostenible que haga cada vez más presente el Reino de Dios en el mundo.

ESCUDO

Este es un escudo partido y cortinado en punta. En la parte superior izquierda encontramos, sobre campo de oro, el libro en plata de las Sagradas Escrituras abierto, signo de Dios Creador que se ha revelado plenamente en la Palabra y que se ha hecho presente en Cristo (Heb 1,1-2). En él, principio y fin de la historia, todo encuentra sentido. Los obispos reciben el encargo de anunciar la Palabra "con deseo de instruir y con toda paciencia" (2 Tim 4, 2). Sobre el libro se encuentra el corazón de Jesús en gules. A su imagen han de configurarse los sagrados pastores, asumiendo su corazón y entregándose en un amor gratuito hasta las últimas consecuencias, al pueblo encomendado. El campo de oro de esta parte izquierda es signo de esa alegría eterna de Dios, que no se desvanece ante ninguna realidad adversa. En la parte derecha, en campo de azur, se alza una torre de oro sobre ondas de plata y azur, evocación del castillo de San Cristóbal en la capital Gran Canaria. Dios es el que ofrece la fortaleza de un castillo (Sl 18, 2) y la tenacidad para tomar parte en los duros trabajos del Evangelio (2 Tim 1, 8). La torre está superada por una estrella en oro, símbolo luminoso de la Virgen María (Spe Salvi, 50). Ella da luz y levanta nuestra esperanza continuamente ante los avatares de la existencia. Las ondas nos sitúan en el contexto marítimo del Archipiélago Canario, a la vez que reflejan el envío misionero hasta los confines de la tierra. La parte izquierda en oro y la derecha en azur aluden a los colores de la isla de Gran Canaria. La cortina en gules situada en la parte inferior presenta tres flores de almendro en plata y gules, en referencia al pueblo de Valsequillo de Gran Canaria que vio nacer y crecer al nuevo obispo. En el número se hace referencia a la Santa Trinidad, en quien «somos, nos movemos y existimos» (He 17, 28). La comunión de las tres Personas Divinas se convierte en fuente de gracia para el desarrollo de la misión episcopal. El triple ministerio (enseñar, santificar y regir) sólo puede ejercerse en comunión con toda la Iglesia (Lumen Gentium 23 y 24). También estas flores tienen el sentido bíblico de evocarnos la vida eterna y el triunfo del amor que lo supera todo, incluso la muerte (Ct 8, 6).